Siempre que se abren espacios para conmemorar un hecho histórico, generalmente se busca a los hombres para que cuenten qué pasó en determinada fecha, obviando que en los diferentes momentos históricos de la sociedad ha existido la participación activa de las mujeres.
A continuación, los testimonios de tres
mujeres que son las voz de muchas estudiantes y docentes que iban en la marcha
del 30 de julio de 1975; las Licenciadas Mirna Perla (ex magistrada de la Corte
Suprema de Justicia), Candelaria Navas (investigadora feminista) y Silvia Matus
(poeta e investigadora feminista).
Era viernes 25 de julio de 1975
cuando el gobierno de El Salvador interviene militarmente el Centro
Universitario de Occidente (desde 1992 Facultad Multidisciplinaria de
Occidente), con lo cual el gobierno logra detener la organización del desfile
Bufo que el sector estudiantil de Santa Ana desarrollaba cada 26 de julio,
durante las fiestas patronales de esa ciudad.
La intervención evitó que el
estudiantado saliera ese día. En protesta el miércoles 30 de julio de ese año,
estudiantes organizados del Campus Central organizan una manifestación, a la
cual se unieron estudiantes de secundaria de San Salvador.
A pesar que el General Carlos
Humberto Romero, Ministro de Defensa “nos había advertido a través de la radio,
la televisión y con papeletas tiradas de un avión, que la universidad se atenía
a las últimas consecuencias, salimos a marchar en defensa de la autonomía
universitaria”, dice la exmagistrada Mirna Perla, quien era estudiante de Derecho y además,
formaba parte del UR19 FUERSA.
La marcha que fue organizada en
nombre de la autonomía universitaria, salió el día miércoles 30 de julio de
1975, a las 3:30 de la tarde del estacionamiento de la Facultad de
Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador.
Otro grupo entre los cuales se
encontraba la Licenciada Candelaria Navas (investigadora feminista y
exdocente de la UES) se incorporó a la marcha en la esquina de la ahora
conocida como Plaza Minerva.
La Licenciada Navas era en 1975
instructora de Sociología y se unió al grupo de maestras y maestros de la
Facultad de Ciencias y Humanidades, quienes iban ondeando sus pancartas al
ritmo de consignas como “pueblo únete, pueblo únete”.
El grupo de estudiantes que marchaba
de forma pacífica, fue masacrado en las inmediaciones del puente a dos niveles,
ubicado sobre la 25 Avenida Norte, ahora Avenida Héroes y Mártires 30 de julio
a inmediaciones del Seguro Social.
La Licenciada Mirna Perla recuerda
que cuando iban a la altura del Externado San José empezaron a ver las
tanquetas que venían y los aviones que les sobrevolaban.
Fue en ese momento, “que decidimos
cambiar de rumbo nuestra marcha que se dirigía hacia el parque Cuscatlán y que
luego partiría hacia el Parque Libertad donde íbamos a realizar un mitin de
protesta”.
Pero “cuando doblamos a la altura del
paso a dos niveles, aparecieron la Policía y Guardia Nacional, disparando y
ametrallando a las personas que encabezaban la marcha.
Nosotros creímos que había que
retroceder pero en ese momento nos cortaron el paso (al inicio del paso a dos
niveles) las tanquetas que venían a aplastar al grupo de estudiantes. “Yo me
tiré del paso a dos niveles, me fracturé la rodilla izquierda y algunos
compañeros me llevaron al Hospital Rosales de donde me sacaron a las 11 de la
noche.
Ahí estaban los policías buscando a
los heridos de la marcha, estudiantes de Medicina en ese momento muy
valientemente nos ayudaron, nos sacaron y expusieron sus vidas para podernos
salvar a nosotros”, recuerda la Licenciada Perla.
La Licenciada Navas también recuerda
las tanquetas. Ella cuenta que cuando iban a la altura del Hospital Pro
Familia, comenzaron a ver las tanquetas que estaban cerca del Hospital Rosales,
“nos preguntamos qué pasa y fue cuando el estudiantado que iba al inicio de la
marcha, decidió cambiar de rumbo, algunos avanzaron y otros empezamos a huir”.
“En el contingente donde yo iba,
sentí que no había forma de huir, porque habían personas empujándonos y lo que
hice fue arrastrarme hasta lograr salir del grupo, eso, a la altura del
Hospital Pro familia”.
La poeta feminista e investigadora Silvia
Matus, era en 1975 estudiante de Sociología y se encontraba organizada en las
estructuras clandestinas de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), recuerda
que iban tomados de la mano con el grupo de estudiantes del Departamento de
Sociología cuando comenzaron los disparos. En julio de ese año, ella tenía dos
meses de embarazo.
Matus al igual que muchos de sus
compañeros y compañeras corrió en busca de un refugio que le cubriera de las
balas.
Algunas personas desesperadas
saltaron del puente a dos niveles, sobre la ahora Calle Juan Pablo Segundo,
otro grupo entre los que estaba Matus, saltó el muro del Seguro Social que
según testigos tenía un aproximado de cuatro o cinco metros de altura. Una vez
refugiados en el Hospital del Seguro, Matus recuerda que el personal médico del
hospital les limpio y dio batas del Seguro Social y “nos llevaron a las camas
para hacernos pasar como pacientes para que el ejército no nos llevara”.
Posterior a la masacre, buena parte
del sector estudiantil se fue al Parque Libertad como lo había planificado
y logró comunicarse a través "de un radio aficionado para lanzar la noticia a
toda Centroamérica y la voz del estudiantado en aquel momento no se pudo
callar”, dice la Licenciada Perla.
No hay datos precisos, pero se
menciona que hubo personas heridas, muertas y desaparecidas. A juicio de Matus la
masacre generó miedo en el estudiantado, ya que por muchos años, no se
atrevieron a salir en marcha, “habían quedado con temor... y no fue sino hasta
que se ajustició al rector de la derecha (Carlos Alfaro Castillo en 1977) que
el estudiantado resurgió con menos miedo”.
Cada año el
movimiento estudiantil de la UES retoma esta fecha, que se vuelve justa y
necesaria para recordar y contar a las nuevas generaciones, qué pasó aquel
30 de julio de 1975. En honor a las víctimas, ¡Prohibido olvidar!